viernes, 6 de marzo de 2015

Aspectos negativos

Siguiendo con las entradas de conocimiento, en esta ocasión me gustaría hablar sobre los aspectos negativos que presentan los contenedores a la hora de trabajar con ellos. Como es lógico, al no estar pensados para vivir en ellos, sus características no son las más adecuadas para este uso, no obstante, con algunos arreglos, estas carencias desaparecen para formalizar un entorno perfecto para su habitabilidad.

Por un lado, lo primero que nos debe llamar la atención como aspecto negativo es la temperatura interior, el acero es un compuesto con una elevada conductividad térmica, por lo que su temperatura interior siempre será más extrema que en el exterior, cuando hace calor fuera, dentro es un horno y cuando hace frío fuera, dentro es un congelador. Por este motivo los edificios construidos con contenedores necesitan un mayor aislamiento que sus iguales de ladrillo, hormigón o madera. Pero recibiendo el aislamiento térmico adecuado, se puede neutralizar este problema.


Lo siguiente que puede llamarnos la atención es su tamaño, al contrario que los materiales de construcción tradicionales como el ladrillo, el bloque de hormigón o las piezas de madera, los contenedores son demasiado grandes y pesados para ser manipulados manualmente. Por lo tanto se necesita de una grúa o un toro industrial en el solar. Aunque una vez colocado en su sitio, los trabajos son mucho más rápidos.


Los contenedores, por si solos, conforman una caja larga y no especialmente ancha para ser habitable cómodamente. Si además se toma la errónea decisión de aislar térmicamente por el interior, se pierde todavía más anchura. Esto se puede solucionar juntando varios contenedores y situando el aislamiento en el exterior.


Un contenedor puede transportar una gran variedad de cargamentos durante su vida útil. Por tanto, deben limpiarse los posibles vertidos contaminantes de las superficies interiores antes de su utilización. Para solucionar este inconveniente, todas las superficies interiores deberían ser tratadas con chorro de arena abrasiva hasta dejar el material desnudo y pintadas de nuevo con pintura no tóxica.


Los dos últimos inconvenientes tienen un origen que no parte del propio contenedor en sí, sino de las personas que deben permitir su construcción y del inquilino final.

Por un lado, aunque el uso de acero en edificios es muy común en la construcción industrial y en proyectos de gran escala, no es tan habitual en estructuras residenciales. La obtención de licencia de obras puede ser problemática en algunas regiones debido a que las autoridades no tienen precedentes sobre su utilización.

Por otro lado, la gente a menudo considera que la arquitectura de contenedores sólo es apropiada para obreros, países del tercer mundo e indigentes, y no reconocen su valor añadido en la arquitectura.


Estos dos últimos son los más difíciles de salvar, ya que aunque dependen de nosotros, de como se enfoque la obra y de los datos que aportemos, al final es una decisión que depende de un tercero.

Pero ante esto, solo queda trabajar bien, y así, ¡cualquier escollo se puede salvar!

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